Tras un primer tiempo, y comienzo del segundo, parejo, en el que jugaron un partido con mucho ritmo pero casi sin llegadas, Holanda tuvo más resto para lastimar la férrea defensa de los de Pinto. Y fueron los palos, el arquero Navas o González sobre la líneas, los que evitaron el triunfo antes de los penales.
Este Holanda no derrocha fútbol, no es voraz, pero cuando se decide a atacar, como en la mayoría de los partidos que jugó en esta Copa, sobre el final, llena de hombres el área rival, tira centros de un lado al otro y es fuerte en la pelota aérea.
Nota aparte para el cambio de Van Gaal en el último minuto, arquero por arquero. Y todo a las manos del muchachito de la película, Krol, que contuvo dos penales y le dio el pase a la Naranja.
No es detalle menor que Argentina llegará a las semifinales sin su as de bastos, Di María, pero sabrá Sabella cómo plantear el partido para no dejar espacios para las corridas de Robben, y lucir fuerte en las pelotas cruzadas. Y claro, atacar con tándems por los costados ante la ausencia del segundo jugador más desequilibrante del equipo.
En la posdata, el aplauso para el incansable equipo centroamericano, que se va de la Copa invicto -dos ganados y tres empatados-, por su entrega y su prolijidad táctica, pero también por el atrevimiento para atacar de contra y buscar en la pelota parada, los resultados que lo llevaron a quedar en la historia de este y todos los Mundiales.
¡Que venga Holanda es semifinales! Sí, 24 años después.
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