martes, 1 de julio de 2014

Argentina, en la agonía, le ganó a Suiza y clasificó a cuartos de final

El estribillo del tango Naranjo en flor vuelve a citarse al comienzo de una crónica futbolística. "Primero hay que saber sufrir... ", esta vez no es vano. Es que Argentina -y todo un país-, debió sufrir 117 minutos para vencer a Suiza por 1 a 0 con un gol de Di María.




Así, pasó a cuartos de final donde se enfrentará al ganador de Bélgica y Estados Unidos, que juegan este martes 17 hs en Salvador.

El equipo de Sabella -al que ya le haremos preguntas en esta crónica-, cumplió en lo futbolístico parte de lo que se propuso pero volvió a faltarle fineza e inteligencia en los últimos metros para abrir un esquema táctico rival que tiene un denominador común en todos los equipos a los que enfrentó: el embudo.


Argentina se sintió más cómodo con el sistema y con los nombres, Gago pudo presionar más arriba sin la tarea de regresar por derecha y el equipo se adueñó de la pelota. Suiza rodeó bien a Messi con Inler y Behrami cada vez que Lio intentó filtrarse, y tapó los costados.

Ahora bien, Argentina no fue paciente en las bandas, no hizo bien el 2-1 con Rojo y Zabaleta. No pasaron por detrás de Di María o Lavezzi, o le provocaron espacios en la línea. Y entonces en los últimos metros, Argentina -con un Higuaín falto de físico para tirar diagonales cortas o acercarse a pivotear al borde del área-, cayó en el embudo helvético.


Pero lo bueno era el equipo de Sabella jugaba ahí. Ahí es el borde del área, y aunque podría haber tenido más paciencia y sobre todo, movilidad para entrar y salir o generarle más espacios a Messi, mandaba en el trámite del partido.

Poco para reprocharle al equipo en retroceso, salvo por desatenciones o errores personales, el rival no generó peligro.

La única chance de Suiza en el primer tiempo fue por una distracción en un córner ejecutado con rapidez por Shaqiri. La defensa durmió en un pase atrás, Behrami remató desde el punto del penal y Romero volvió a lucirse.

Aunque el propio arquero en la siguiente se quedó atornillado en el área y no salió a achicar. Por suerte, Josip Drmic la picó y se la entregó al pecho a Romero.


En el complemento, esta tónica, la de Argentina rodeándole la manzana a los europeos, se profundizó. Y también la poca claridad de los nuestros, repetimos, para generar desequilibrio por las bandas y no terminar en centros, que aunque peligrosos, siempre son menos problemáticos para el rival que un pase atrás en plena área.

Un cabezazo de Higuaín, otro de Garay, y una tapada del golero abajo tras una apilada de Messi en plena área. El tiempo se extinguió y llegamos al suplementario. Luego de un primer período en el que Rojo se terminó de acalambrar y Gago se quedó sin piernas -ingresaron Basanta y Biglia-, empezamos a preguntarnos por qué no un mediocampista ante la salida de Rojo, si Suiza no atacaba.

Ante la inmovilidad -incluso pese al resultado final podemos hacerlo-, empezamos a preguntarnos por qué no puede jugar otro hombre más adelantado por Gago -en vez de Biglia-, cuando allí hay que distribuir juego y romper con repentización el cerco rival.


Bien destacó el entrenador, que Enzo Pérez juega en Benfica allí, de doble cinco. Y Ricky Álvarez también puede conducir a un equipo que choca y no abre la cancha. Y hasta Augusto Fernández puede ofrecer mayor dinámica que Gago o Biglia.

La cuestión ahora era que el tiempo se extinguía y el horizonte de los penales era inexorable, en el final hubo fuerzas para una volada del arquero Benaglio ante un misil de Di María, una genialidad de Messi que Palacio no entendió y...


El error en la mitad de cancha de Suiza, por presión de Palacio, que le dio la pelota a Lio para que corra como más le gusta. Veinte metros sin obstáculos hasta el borde del área y "tomá y hacelo" para Di María. 'Fideo', frío, cruzó el remate con precisión y a festejar, gritar, desahogarse, en la cancha como en casa, en la cabina de transmisión como en el banco de suplentes.

¡Goool! Gol y todos los insultos al viento invocando los dioses y santos futboleros, que esta vez, estuvieron de nuestro lado.


Aunque en frío, hubo sólo un equipo en la cancha y ese fue Argentina, pese a que cayó en el embudo, pese a las impresiciones, pese a los goles errados, y a las lagunas de Messi... esas, que nos dejan en un bote, a la espera de que alguien venga a rescatarnos. Y otra vez apareció, aparecieron.

Y también la suerte, cuando en la última pelota se perdió la marca y Dzemaili cabeceó sólo al palo y el rebote le pegó en el pie y salió. A muchos se nos vino a la cabeza el palo del holandés Rensenbrik en la final del mundial 78'.


Argentina cumplió el objetivo de ganar, después de 120 minutos, de aciertos y errores. Tuvo sacrificio, nunca dejó de atacar y jugó en campo rival, algo de cuánto se le reclamaba al equipo. Falta solucionar ciertos aspectos del funcionamiento, y que algunas individualidades levanten su nivel y estén, por fin, a la altura de un Mundial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario