Ya no hay más cenicientas. Ahora se convencieron de ello hasta los que creen que Alemania es una aplanadora, no tiene problemas con los equipos chicos y siempre están entre los cuatro mejores. El que equipo de Low se vio sorprendido por el elenco africano desde el comienzo, que tapó los laterales, cerró el medio entre centrales y el doble cinco, y lo contraatacó hasta herirlo.
Es que en el primer tiempo, Argelia fue el que dispuso de las chances más claras e hizo figura al arquero Neuer, que debió atajar más adelantado de lo debido cuando su equipo arriesgó con el achique. En tanto, Alemania atinó a probar con remates desde afuera a los que respondió en buena forma Bolhi.
Argelia tomó nota de los problemas que le creó Ghana a los teutones y con un simple 4-4-1-1, mucha dinámica y sacrificio en la marca desde la primera línea de presión, puso en aprietos a los europeos.
El complemento fue un golpe por golpe letal. De un lado y del otro se mataron a pelotazos. Incluso, tirando por la borda el mandato desde los bancos de respetar cierto orden y no desnudar falencias. La esencia de uno y otro, del poderoso y del débil, se notó allí: cuando fueron a buscar todo.
Llegaron al tiempo extra para sorpresa mundial y Alemania encontró el gol en un centro atrás que Schulerr enganchó con la pierna inhábil y de taco. Argelia fue por el empate pero Ozil lo liquidó en el segundo tiempo extra. Pero Argelia descontó apenas sacó del medio, y las últimas dos jugadas fueron de tensión. Hubiera sido histórico si los africanos llevaban a Alemania a los penales.
Lo que viene es un gran partido de cuartos de final: Alemania-Francia, el viernes en el Maracaná.
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